Hola a todos, creo que estoy de vuelta y quizá más melancólica que de costumbre. Hace mucho que no escribo y es muy posible que ni os acordéis que hace unos años escribía mis pensamientos en un blog de pacotilla. Pero ahora todo ha cambiado, el mundo, yo y las redes sociales. Está todo muy caótico y creo que he decidido volver a serenar mi mente escribiendo, aunque no me lea nadie, aunque sea tan egocéntrica que solo me gusten a mí mis versos.
Desde el 2019 no escribo nada de nada. Bueno, miento, he intentado escribir por instagram todo lo que hacía por aquí, tratando de conseguir ser alguien en este mundo de farándula. Con el tiempo he pasado de escribir, de poner frases de cosecha propia (aunque a veces me da por hacerlo pero no recibo más de lo que recibía por aquí) a comportarme como el resto de la gente y mostrando cuan feliz soy con lo que tengo (o no) y de vez en cuando haciendo el tonto creyéndome influencer y pensar que de verdad estoy influenciando en alguien. Pero es que yo soy así, me gusta leer, escuchar música, comprar, enseñar y un sin fin de cosas que me gusta mostrar a la gente aunque eso les sude las pelotas. Vamos, yo en toda mi esencia.
Llevo acordándome del blog demasiado tiempo y pensando en que debería volver a escribir sobre toda la locura que hay en la vida, a mi alrededor y en mi. Es mentira si digo que siempre que me vienen frases a la cabeza no las plasmo en notas, que si me vienen historias que escribir, apunto cinceladas en una hoja para escribirla más tarde y la dejo olvidada. Echo de menos a la Paula de aquellos años. Y es que sólo me queda echarla de menos porque todo ha cambiado y porque yo no soy la misma, ahora soy tres años mayor. Tres años de locuras que es un despropósito no contarlas. Tres años de ideas, pensamientos que no plasmo en un papel. Que solo una vez al año, cuando encuentro mi cuaderno, le cuento todo lo diferente que hay en mi. Pero ya paso, quiero que el mundo lea mis sentimientos ante esta realidad de la que no estamos de acuerdo.
Estamos a octubre del año 2022 y lo último que escribí fue del comienzo de un nuevo año. El preludio del caos. Por ello, y porque me apetece, voy a escribir breves resúmenes de estos tres (casi cuatro) años que tanto me han cambiado la vida y a mi.
Y el 2022 ha venido pisando realmente fuerte. He sentido tantísimas emociones juntas, a la vez, por separado, un día estaba arriba y al día siguiente tan abajo… Pero como siempre digo, renaciendo de las cenizas.
Como actualización, no estoy en el mismo hospital, he conseguido un mejor contrato en otro cerca de casa, donde iba a hacer las dichosas prácticas que nunca hice. Estos tres años me han enseñado que todo es tan efímero que hay que aprender a querer y sobre todo, demostrarlo.
Mi familia, que sin duda siempre está ahí pase lo que pase, con mención especial en mi madre y por obligarme día a día a desnudarme en la puerta de casa durante el confinamiento. A Paquito por las comidas durante mi dieta. A mi hermana por ese apoyo incondicional aunque nos saquemos de nuestras casillas. A mis tíos y tías por ser mis segundos padres, siempre. A mis abuelos porque sin ellos no sería quien soy. A mis primos por ser el sustento de niñez-adolescencia que necesito. A mi padre por las llamadas en horas a las que nadie las espera. A Macarena y Brenda por tantísimo y junto con Noelia por llamarme ese 29 de marzo de 2020 que tan hecha polvo estaba. A Pilar por ser una perra del infierno y no terminar en él. A Dani por los planes con toques de queda y casi acabar detenidos (mamá, esto es ironía). A Laura por ese maravilloso trabajo de fin de curso que casi no entregamos. A Sofía por estos años de apoyo en el trabajo. A Rocío por las quedadas. A todas esas chicas que me he dejado en el Ramón, y alguna que ya no está trabajando allí, por robar comida que traían a la urgencia y nuestros desayunos en la Panocha. Y a mi gente del baile que tanto me ha hecho olvidarme de muchas preocupaciones.
1 comentario:
Me encanta volver a leer tus textos. Muchos besitos.
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